domingo, 21 de marzo de 2021

Canarias - Las tortugas marinas en situación de emergencia máxima.

Estos reptiles se encuentran entre las especies más afectadas por la contaminación de los mares y océanos; es frecuente que los confundan con sus alimentos preferidos las medusas y las algas.

Los plásticos, en cualquiera de sus formas, son un peligro para el mar de Canarias, como demuestra esta premiada imagen del fotógrafo tinerfeño Francis Pérez. FRANCIS PÉREZ

Los plásticos, en cualquiera de sus formas, son un peligro para el mar de Canarias, como demuestra esta premiada imagen del fotógrafo tinerfeño Francis Pérez. FRANCIS PÉREZ

La presión humana es el principal factor responsable del declive de todas las especies de tortugas marinas: la pesca, el tráfico marítimo y la basura, especialmente los plásticos, son las principales amenazas de las siete especies de tortugas marinas que encontramos en Canarias, a los que hay que añadir prácticas que alteran su comportamiento como la alimentación o el acoso por parte de los buceadores y embarcaciones turísticas.

Las tortugas que son rescatadas, rehabilitadas y reintroducidas por parte del personal de los centros de recuperación de fauna silvestre ingresan debido a la captura accidental por anzuelos, artes de pesca o arpones; fracturas del caparazón por colisiones con embarcaciones; enmallamientos en redes, hilos de nailon o cuerdas; ingestión de plásticos; o intoxicación por hidrocarburos.

José Alberto Delgado, Responsable de la Unidad de Biodiversidad del Cabildo de Tenerife, considera que las causas de mortalidad más importantes, tanto en tortuga boba como la tortuga verde, fueron los cortes sufridos por el tráfico marítimo; no obstante, las artes de pesca fueron la principal causa de ingreso en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre La Tahonilla, dependiente del Cabildo de Tenerife. “Los ingresos de ejemplares arponeados por fusil de pesca submarina y con cortes por colisiones ponen de manifiesto la necesidad de regular estas actividades y limitar la velocidad de tránsito de motos de agua y otras embarcaciones en las zonas de residencia de las tortugas”.

Las tortugas sufren “diferentes presiones y amenazas” como son el “deterioro y pérdida” de los diferentes tipos de hábitats que utiliza, como los sebadales y fondos rocosos cubiertos algas; el “intenso abuso de buceadores que las alimentan”, hecho que está prohibido; la “basura relacionada con el fondeo de embarcaciones”, o los residuos provenientes de las “instalaciones portuarias y de la limpieza y mantenimiento de las embarcaciones” también pueden afectar, directa e indirectamente, a su alimento.

Por tanto, Delgado apuesta por la necesidad de “desarrollar un adecuado plan de recogida y manejo de estos residuos, así como campañas de limpieza y fomentar entre los usuarios que no abandonen los aparejos de pesca ni cualquier otro desecho”.

Científicos de todo el mundo denuncian las graves consecuencias que tiene el haber convertido los océanos en un basurero. Se estima que el 75% proceden de fuentes terrestres, bien por las poblaciones costeras o bien arrastradas por la escorrentía de los ríos o barrancos, y el otro 25% es debido al tráfico marítimo y por el abandono o pérdida de aparejos de pesca, un problema al que el fotógrafo tinerfeño Francis Pérez puso énfasis con la imagen de una tortuga boba atrapada en una red y que fue merecedora del premio World Press Photo 2017.

Mantienen Sebadales.

Por su parte, Cristina Villanova Solano, bióloga marina del Grupo de Investigación ACHEM de la Universidad de La Laguna y una de las científicas a cargo del Proyecto de los Microplásticos que promueve la Fundación DIARIO DE AVISOS, recuerda que las tortugas marinas llevan en la Tierra 110 millones de años. “Algunas viven 50 años o más, pero tardan décadas en alcanzar la madurez sexual, entre los 20 y 30 años, y permanecen reproductivamente activas solamente durante unos 10 años”. Las tortugas tienen una gran importancia porque son “un enlace fundamental con los ecosistemas marinos, ya que ayudan a mantener la salud de los pastos marinos, en Canarias los sebadales, y los arrecifes de coral”.

Además están en peligro, ya que “de las siete especies de tortugas marinas que encontramos en Canarias casi todas están clasificadas como en peligro de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) debido principalmente a las actividades humanas”, incidió.

La situación geográfica convierte a las Islas en uno de los emplazamientos más contaminados, ya que la basura, la mayoría plásticos que se arrojan o llegan al mar en el oeste de Europa, el norte de África y la costa este de Estados Unidos, es arrastrada hasta aquí por las corrientes.

Un estudio en 2014 estimaba que hay 5,25 billones de piezas de microplástico en el mar, y para el año 2050 se espera que el plástico supere a los peces en todo el mundo. Estos microplásticos (partículas inferiores a 5 milímetros que quedan tras la degradación y fragmentación de pedazos más grandes) flotan en las corrientes, llegan a las playas o cubren los fondos, y son consumidos por los animales marinos.

Ingesta de plásticos.

Las tortugas se encuentran entre las especies más afectadas por la contaminación por plástico, al comerlos al confundirlos con sus alimentos preferidos, las medusas y las algas. Cristina Villanova reiteró que “es un comportamiento habitual en esta especie ingerir de manera errónea plásticos y basuras que se encuentran a la deriva al confundirlos con alimento”.

Una investigación publicada en Scientific Reports indica que la probabilidad de fallecer de una tortuga que ingiere un pedazo de plástico aumenta el 20% y, cuanto más come, más aumenta. Estima que más de mil ejemplares pueden morir cada año por culpa de la contaminación por plásticos.

El proyecto internacional Indicit, que mide el impacto de los plásticos en las tortugas en Europa, desveló que más del 60% de los ejemplares a los que se les realizó una autopsia tenía plástico en su interior, por tanto su ingestión supone una grave amenaza, ya que les impide comer y puede provocar la muerte por inanición, o bien sus filos pueden cortar sus órganos.

Pero el microplástico no solo es una amenaza por su ingestión. José Alberto Delgado, expone que influye “en la alteración térmica en la incubación de los huevos”. Por un lado, la mezcla de arena y microplásticos “crea poros más grandes lo que facilita la aireación, además el índice de capacidad de almacenamiento de calor es menor en el plástico que en los granos de arena, lo que provoca una disminución de la temperatura y favorece la eclosión de machos, mientras que el aumento de la temperatura genera más hembras. Este desequilibrio no natural generaría alteraciones en los ratios”.

Cristina Villanova ratificó esta afirmación y señaló que “el cambio climático supone otro problema añadido” para esta especie, ya que la determinación de su sexo “depende de la temperatura, con lo cual un cambio incrementaría el riesgo de inestabilidad en sus poblaciones”.

Una trampa mortal.

El Archipiélago es la región europea donde más tortugas marinas varan o son recogidas heridas tras quedarse enredadas en redes o plásticos, muchos de ellos con origen en los desechos agrícolas (cubiertas de invernadero, hilo de rafia para tutorar cultivos, envases, sacos, etc) que acaban en el mar, según Indicit.

"Quedar enmalladas en restos de cabos o redes de pesca abandonadas hace que deban arrastrar cargas que pueden ser más grandes y pesadas que su cuerpo ocasionándoles heridas, incluso amputaciones en sus miembros, además de falta de movilidad, asfixia y dificultad para alimentarse. Algún ejemplar acaba ahogándose al no poder remolcar ese peso hasta la superficie”, lamentó Cristina Villanova.

“La mar puede ser la gran fuerte de recursos alimenticios para la humanidad y no le estamos dando la importancia que tiene para nuestra supervivencia”, indicó Delgado. “Los cambios que se producen a una escala pequeña de tiempo son tan imperceptibles que no nos damos cuenta de que estamos deteriorando sistemas vitales, y de que estos cambios también nos están afectando a nosotros”. Las tortugas son unos “buenos bioindicadores de estos cambios y, por eso, se están realizando estudios sobre la alteración de su metabolismo y genética por la basura que arrojamos al mar”, finalizó el responsable de la Unidad de Biodiversidad tinerfeño.

El Diario apuesta por la investigación del impacto de los plásticos en el Mar.

La Fundación DIARIO DE AVISOS, en su compromiso con la sociedad y el medioambiente, está impulsando el Proyecto de Investigación del impacto de los microplásticos en los fondos marinos de Canarias con el objetivo de propiciar un punto de inflexión en la sensibilización y el conocimiento de esta grave problemática, llevando a cabo el estudio científico de mayor alcance realizado hasta el momento en los fondos marinos del Archipiélago canario.

Además, dentro del marco de este proyecto se prevé llevar a cabo en los próximos meses una campaña con diversas acciones de divulgación y sensibilización sobre las tortugas marinas, con la colaboración especial de la Fundación CEPSA, con la finalidad de dar a conocer la delicada situación de esta especie en Canarias, seriamente amenazada por la contaminación, en especial por los plásticos, y otras actividades humanas. Para seguir el día a día del proyecto se puede consultar la web www.fundaciondiariodeavisos.com.

Fuente: Diario de Avisos

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